Memoria 2022
-42- EL FUTURO DEL HOSPITAL Por Albert de Pineda – Pinearq La experiencia sufrida durante el último año de pandemia por Covid-19 nos ha dejado dos enseñanzas principales: una de ellas es que es necesario crear planes de emergencia contra pandemias en cada edificio, de manera que se puedan organizar y segregar espacios que se adapten rápido a los cambios urgentes que demanda la medicina. La otra enseñanza es que el hospital se ha de diseñar con capacidad para mutar para incrementar su capacidad de uso en los espacios de espera, en vestíbulos, salas complementarias y espacios abiertos. Esto significa, además, que los planes funcionales deben ser genéricos para permitir mutar usos sin romper el esquema del hospital y del edificio. EL ESPACIO EN LA ARQUITECTIURA SANITARIA El concepto de espacio ha estado siempre presente en la historia de la arquitectura. Esta tercera dimensión del plano, ha motivado y cualificado la función de los espacios, pero serán los vacíos inherentes al espacio los que ayuden a construir y articular un programa complejo como el hospital y se torna la configuración de ese espacio vacío en el verdadero significando de la arquitectura. Para empezar a hablar del espacio en la arquitectura sanitaria, citaría a Louis I. Kahn donde dice que “la planta de un edificio debería leerse como una armonía de espacios de luz. Incluso un espacio que se pretende que quede oscuro debería tener un poco de luz procedente de alguna misteriosa abertura para decirnos lo oscuro que es en realidad. Todo espacio debe ser definido por su estructura y por el carácter de su luz natural. El espíritu de la arquitectura nos enseña que sus características deben estar en armonía con los espacios que se quieren crear y deben sugerir qué son esos espacios. Se podría decir que la arquitectura es la meditada creación de espacios. No se trata de recubrir las superficies por cliente. Se trata de cerrar espacios que evoquen la sensación de la función apropiada”. Por eso, la función apropiada es en la arquitectura sanitaria, donde más se manifiesta de los tres axiomas vitruvianos, Venustas, firmitas y utilitas, tiene en esta última su fin objetivo. Será por tanto, el valor instrumental de la arquitectura donde se manifiesta con más fuerza, pero también será la organización de la función sin caer en el funcionalismo y el objetivo de todo proyecto, un elemento básico en la cualificación de las diferentes funciones del espacio. Espacio, entendido como calificador de este y singularizador ayudando al desarrollo de la funcionalidad. Será en esta idea donde la tercera dimensión nos ayuda a buscar esta adecuada relación entre el espacio y la funcionalidad, un vestíbulo donde el espacio y la singularización nos harán comprender el centro del edificio o el ágora de este y el espacio de reparto de circulaciones. Los espacios, se organizan a través de una red o mallas bi o tridimensionales a veces uniformes y equidistante.
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